La billetera digital ya gestiona depósitos comparables a los de entidades como el Banco Ciudad o el Credicoop. Su dominio del mercado y la baja regulación en relación con los bancos tradicionales reavivan el reclamo del sector financiero por una “cancha pareja”
El crecimiento de Mercado Pago en el sistema financiero ya no es novedad. Con 18 millones de usuarios y el 85% de los fondos invertidos en fintechs, la billetera digital de Mercado Libre administra depósitos que la colocan al nivel de bancos medianos como el Ciudad, el Credicoop o el Patagonia, según datos del Banco Central. Su peso en el ecosistema de pagos digitales la posiciona como un actor clave, pero sin las mismas exigencias regulatorias que enfrentan los bancos.
Este punto viene generando tensión con el sistema financiero tradicional. Desde la Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA) advierten que las billeteras virtuales, técnicamente denominadas Proveedores de Servicios de Pago con Cuenta de Pago (PSPCP), operan bajo un régimen más laxo pese a manejar volúmenes crecientes de depósitos y transacciones. Un informe de Econviews sostiene que, sumadas, estas plataformas representarían el séptimo banco más grande del país por nivel de depósitos.
La crítica de fondo es que estas empresas compiten por los mismos clientes y servicios que los bancos, pero sin afrontar las mismas obligaciones. No están sujetas a requisitos de capital, seguros de depósitos, ni a controles diarios por parte del regulador. Para el sector bancario, esta situación genera una “asimetría regulatoria” que distorsiona la competencia y expone al sistema a nuevos riesgos. Para resolver este problema, los bancos proponen avanzar hacia una regulación “por actividad”, para que todos los actores que ofrecen servicios similares cumplan con las mismas reglas.
El riesgo más evidente, según el documento de Econviews, es que los fondos de los usuarios están depositados en cuentas a nombre de la fintech, sin un marco legal que garantice su protección en caso de quiebra o embargo. A esto se suma la falta de un sistema de seguro de depósitos equivalente al que cubre a los clientes bancarios. La posibilidad de que una fintech enfrente problemas financieros podría arrastrar a millones de usuarios y a otros actores del sistema.