No puede salir del país porque está imputado en la causa judicial por violencia de género agravada por la función pública. Si pisa la calle, lo linchan.
El temor de su entorno es que el ex presidente intente quitarse la vida. Le quedan pocas terminales de contención.
Pepe Albistur y su señora, que le condonaron la deuda pendiente dejando a un lado el enojo con Alberto a partir de la decisión unilateral de bajar la candidatura de Daniel Scioli, por presión de Massa y CFK, con lo que dejó en off side a Tolosa.
La otra que no abandona es Vilma Ibarra, una ex con rasgos maternales, que cruzó el límite del hartazgo durante la gestión, pero nunca dejo de acompañarlo por teléfono.
Según las religiones dhármicas, el karma es conocido como un espíritu de justicia. Es lo que sienten las miles de personas que no pudieron despedir a sus familiares mientras por cadena nacional se lo veía al Presidente festejando el cumpleaños de su “querida” Fabiola.
Pero el cuadro propone complejizar la lectura. Juan Manuel Cozzi, politólogo y especialista en comunicación política la pandemia funcionó como un laboratorio donde se incubaron los discursos de odio. Ahora no quedan dudas que Alberto Fernandez es el gran soldado de esa causa, al que le toca pagar las consecuencias.