Se trata de un fenómeno en acelerado crecimiento. General Motors, Verónica y 150 constructoras en concurso de acreedores entre los casos emblemáticos.
Uno de los focos más críticos del Gobierno de Javier Milei está en el sector industrial, donde por ahora la promesa de reactivasión se hace esperar. Desde Tierra del Fuego, pasando por Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, las paradas de planta se multiplican tanto en la industria química, automotriz, maquinaria agrícola, siderúrgica y electrónica. La caída de la demanda interna, los altos costos operativos y una creciente presión de las importaciones son causas que se repiten. Esto viene desencadenando suspensiones, retiros voluntarios y miles de empleos en riesgo.
Uno de los casos más emblemáticos es el de Atanor, una planta clave para la producción de agroquímicos, como el glifosato, la cuál estuvo cinco meses sin actividad. La empresa es controlada por el grupo estadounidense Albaugh.
En Santa Fe, General Motors decidió suspender su producción una semana por mes desde julio hasta fin de año, tras paralizar totalmente la planta en junio. La compañía ya había implementado un plan de retiros voluntarios en 2024 y enfrenta dificultades para importar autopartes, con una demanda interna en caída libre. También en el sector automotriz, Toyota redujo personal en Zárate, Renault no renovó contratos en Córdoba y Nissan cerró su línea de producción de pick-ups, trasladándola a México.
La maquinaria agrícola tampoco escapa a este panorama. Las ventas cayeron más del 17% en noviembre de 2024 y las fábricas operan con una capacidad ociosa de hasta el 60%. AGCO, John Deere, CNH y otras empresas redujeron turnos o pararon temporalmente sus plantas. La falta de financiamiento, el atraso tecnológico del parque productivo y el encarecimiento relativo de la maquinaria nacional frente a la brasileña explican el derrumbe. Aunque el sector mantiene cierto optimismo a mediano plazo, la coyuntura sigue marcada por la parálisis.
La crisis se extiende a industrias estratégicas como la siderúrgica (Acindar paralizó sus cuatro plantas en febrero), la de biocombustibles (con capacidad ociosa récord del 79%), la electrónica en Tierra del Fuego (donde hubo un paro total en mayo por la baja de aranceles a la importación), la textil, el juguete y la agroindustrial (con Vicentin al borde del colapso).