La secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, está preocupada por las filtraciones que surgen desde distintos funcionarios del Gobierno, según mencionan allegados a la hermana de Javier Milei. En ese marco, no gustó que se diera a conocer el enojo del ex mandatario Mauricio Macri por el destrato en el marco del Pacto de Mayo en Tucumán.
El Presidente, “El Jefe” y el asesor Santiago Caputo están a cargo de todas las decisiones de la actual administración del cuidado de la imagen del economista liberaL, fortalecer la batalla cultural y mantener al equipo de gobierno alineado para sostener las políticas del programa económico que comienza a demostrar dudas.
Según se supo, Macri habría mostrado su malestar ante el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, por el destrato que tuvo el Poder Ejecutivo con él en San Miguel de Tucumán el pasado 8 de julio, no solo a nivel televisivo, sino también de forma privada, donde no se le concedió ningún reconocimiento al ex presidente, que está en medio de una feroz interna con Patricia Bullrich.
Lealtad y obediencia: los pilares de Karina Milei
Karina no anda con vueltas. Las filtraciones no pueden ser una moneda corriente en el Gobierno y por ello puede explicarse la salida del ex jefe de Gabinete Nicolás Posse. La lealtad y la obediencia de los funcionarios es uno de los pilares fundamentales de la gestión.
Uno de los miembros que está en la mira desde hace tiempo es el legislador porteño Ramiro Marra, quien no habría seguido con esa norma y ya tuvo un castigo que fue más allá de las declaraciones públicas. Es que no fue incluido en el listado en el consejo de asesores del presidente en su primera versión.
El Gobierno busca mantener una misma línea en su relato y quiere mantener el rumbo frente a la crisis del mercado la semana pasada, que comienza a sembrar dudas acerca del programa económico. En el desfile militar por el 9 de julio, Milei aprovechó para relucir su plan comunicacional ante miles de personas.
A su vez, sirvió para “esconder” los pasos en falso a nivel económico, en una olla en ebullición que tuvo al Fondo Monetario Internacional (FMI) exigiendo nuevas medidas y con el Gobierno queriendo dar respuestas vacías, que desembocaron en un dólar y un riesgo país en los 1.500 puntos.