El valor de la hacienda aumentó, pero la recesión frena su traslado al mostrador. Advierten que el “efecto Fiestas” podría destapar la olla y golpear el índice de inflación de diciembre
La desaceleración inflacionaria, principal capital político del Gobierno, enfrenta una amenaza que por ahora está latente. Si bien los datos de noviembre ya muestran una leve aceleración impulsada por tarifas y servicios, la verdadera preocupación en el equipo económico de Toto Caputo está puesta en la carne, cuyo precio mayorista comenzó a mostrar aumentos considerables.
En las últimas jornadas, el Mercado Agroganadero de Cañuelas registró subas sostenidas en el precio de la hacienda en pie, que trepó desde los $3250/$3500 por kilo entre junio y septiembre hasta los $4260 actuales, según datos publicados por el economista Amílcar Collante.
Por ahora este incremento todavía no impactó de lleno en el IPC, producto de la profunda recesión. El consumo está tan caído que los carniceros y supermercados absorben la suba y comprimen sus márgenes para no dejar de vender. La escasez de demanda funciona como un ancla artificial.
Sin embargo, esto podría modificarse con la llegada de las Fiestas, época donde tradicionalmente se da el pico de consumo de carne. En Casa Rosada temen que este repunte estacional haga que los comercios minoristas trasladen de golpe los aumentos mayoristas acumulados.
La carne tiene una ponderación muy alta en la canasta básica que mide el INDEC. Un salto en el precio del asado mueve la aguja de la inflación general mucho más que cualquier otro producto, poniendo en riesgo la meta del Gobierno de mantener el índice bajo control.








