A contramano de la narrativa libertaria, Argentina se pronunció en contra del bloqueo de Estados Unidos a Cuba. En cancillería afirman que fue la gota que rebasó el vaso. “Eurnekian tiene compradas las embajadas” dijo a Mosca un diplómatico de carrera. La modernización del José Martí a cargo de la Corporación América.
En la Asamblea General de la ONU, Argentina fue uno de los 187 países que votaron a favor de una resolución para poner fin al embargo de Estados Unidos contra Cuba, medida que lleva más de seis décadas y que ha sido objeto de controversia y llamados a su fin en cada sesión anual de Naciones Unidas. Esta postura, alineada con una tradición diplomática de apoyo a la autodeterminación y contra los bloqueos unilaterales, marca un claro contraste con la afinidad política del actual gobierno argentino, liderado por Javier Milei, hacia la política exterior de Washington.
Durante su intervención en el recinto, el representante argentino argumentó que el embargo constituye una medida obsoleta e ineficaz que profundiza las dificultades de un pueblo ya golpeado por condiciones económicas adversas. Su discurso, sin embargo, evitó profundizar en las contradicciones de la postura argentina en torno a los derechos humanos y la democracia en la isla, cuestiones que Milei y su gabinete han criticado abiertamente en otras instancias.
La votación de Argentina no pasó desapercibida en los círculos políticos y empresariales, pues coincide con la reciente concesión de la modernización del Aeropuerto Internacional José Martí, en La Habana, a una firma perteneciente a Eduardo Eurnekian, uno de los empresarios más influyentes en América Latina y en la propia Argentina.
Corporación América, el holding de Eurnekian, fue anunciado como el encargado de llevar a cabo este ambicioso proyecto, que busca no solo modernizar las instalaciones del aeropuerto, sino también renovar la infraestructura de transporte y servicios para hacer de Cuba un destino turístico de alto nivel en el Caribe.
Este cruce entre la postura argentina en la ONU y los recientes negocios de Eurnekian en Cuba ha generado interpretaciones suspicaces. Analistas y opositores al gobierno de Milei cuestionan si esta posición de la Argentina en la Asamblea General obedece exclusivamente a una tradición diplomática o si responde también a intereses económicos vinculados a la expansión empresarial en la isla.
El momento y la conexión entre ambos eventos, aunque aún sin confirmaciones oficiales, parecen suficientes para que algunos sectores interpreten el voto argentino como un guiño no solo a La Habana sino también a sus propios empresarios en la región, especialmente aquellos con intereses concretos en la economía cubana.