Mientras el Gobierno intensifica su cruzada contra la presión fiscal municipal, Cañuelas y Concordia aparecen como ejemplos de dos modelos antagónicos
La batalla cultural y fiscal que el gobierno de Javier Milei libra contra los municipios por el cobro de tasas tuvo esta semana dos protagonistas que ilustran modelos de gestión diametralmente opuestos. Por un lado, Cañuelas, gobernada por el peronismo, que quedó expuesta luego de la crítica de Toto Caputo por la presión tributaria que manejan. En la vereda de enfrente se encuentra el municipio entrerriano de Concordia, que se alineó con la motosierra nacional.
El conflicto con Cañuelas estalló públicamente cuando el ministro de Economía apuntó directamente contra la intendenta Marisa Fassi. Caputo criticó duramente que el municipio bonaerense aumentara un 124% la tasa municipal sobre la hacienda en menos de un año, medida que impacta directamente en el precio de la carne. “Lo único que saben hacer es subir impuestos para financiar el gasto político”, disparó el ministro, que puso a Cañuelas como un “mal ejemplo”.
En contraste, la ciudad de Concordia, gobernada por Francisco Azcué, presentó su proyecto de Ordenanza Tributaria 2026 con una lógica inversa. La iniciativa, que ya fue enviada al Concejo Deliberante, propone la eliminación de más de 300 tasas y sellados, incluyendo la supresión de los derechos de espectáculo que encarecían la cultura y el turismo.
Además, el proyecto contempla alícuotas reducidas (del 1,3% al 1,8%) para comercios de alimentos y construcción, y una actualización de topes de facturación del 30% para evitar que la inflación empuje a los pequeños contribuyentes a categorías más altas.
En Casa Rosada buscan utilizar estos ejemplos para disciplinar a los intendentes y marcar la cancha sobre qué modelo es aceptable en la era libertaria. Con la caída de la coparticipación y el ajuste nacional, los intendentes deberán decidir de qué lado de la grieta fiscal se quedan.







