Sectores clave como la yerba, el tabaco y la madera dependen de electricidad, biomasa y combustibles líquidos lo que eleva costos y frena inversiones.
La crisis del gas que dejó a gran parte del país con industrias paradas y estaciones cerradas expuso una realidad que en Misiones no sorprende a nadie. Para los misioneros, quedarse sin gas no es una emergencia: es la normalidad. La provincia, enclavada en el corazón del Mercosur y a pocos kilómetros de la represa Yacyretá, nunca fue conectada a la red nacional de gas natural.
¿Cómo se produce sin gas? Con lo que se puede. En Misiones, las industrias de yerba, tabaco y madera —ejes de su economía— dependen de energía eléctrica, biomasa y combustibles líquidos. El ingeniero Gerardo Grippo, presidente del Movimiento Industrial Misionero, lo explica con crudeza: “Acá vivimos con el cuello de botella energético todos los días. Mientras otros recién ahora sienten el golpe, nosotros llevamos décadas pagando más caro para producir menos competitivo”.
El impacto es doble: las empresas invierten más en energía que en maquinaria, y las familias pagan tarifas más altas sin acceso a un servicio básico que el resto del país da por sentado. “Estamos rodeados de energía y no podemos usarla”, ironiza Grippo, recordando que Misiones está a la sombra de Yacyretá, la represa que ilumina el Litoral… pero no calefacciona sus hogares ni alimenta sus fábricas con gas.
La paradoja es tan evidente como vieja: mientras la Argentina debate cómo superar su crisis de abastecimiento, Misiones espera desde hace décadas un gasoducto que nunca llega. La provincia insiste en que su exclusión de la red nacional no solo es una deuda histórica sino también un freno a su desarrollo.
Hoy, con el país entero padeciendo lo que para ellos es rutina, Grippo lanza un desafío: “Tal vez esta crisis sirva para que finalmente escuchen a Misiones. Nosotros ya aprendimos a vivir sin gas, pero ¿cuánto más vamos a esperar para que se corrija esta desigualdad?”
Porque mientras otros se desesperan por el desabastecimiento, en Misiones apenas encogen los hombros: para ellos, no hay gas que cortar.