Varias empresas vinculadas al sector agropecuario anunciaron el diferimiento de sus compromisos de pago hasta marzo, parte del año donde comienza la próxima cosecha. Este es el caso de Surcos y de Agrofina, la cuales se dedican a producir y comercializar agroquímicos. La segunda es subsidiaria de Grobo Agropecuaria, y ambas integran el Grupo Los Grobo.
Su operatoria implicar tomar deuda para, a su vez, financiar a sus clientes. Sin embargo, las previsiones hechas a fines de 2023 fueron bastantes imprecisas. “Nadie, en ningún sector, podía prever un tipo de cambio estable como el que tuvimos este año ni tampoco el derrumbe del precio de la soja y el resto de los granos”, le dijo Iván Ordoñez, economista especializado en el rubro, a A1.
Otros consideran que estas empresas son parte de un problema sistémico producto de la baja del precio de los commodities, el arrastre de varios años malos que culminaron con la sequía del 2023, la apreciación cambiaria y la carga impositiva del sector (retenciones).
Por su parte, el Gobierno se desatiende de la situación y sostiene que la crisis de estas empresas es consecuencia de malas decisiones de gestión. Lo cierto es que este problema genera un efecto contagió negativo en el sector, ya que la baja rentabilidad de los productores del campo provoca inconvenientes también en los fabricantes de insumos y de bienes de capital para el sector, como por ejemplo maquinaria agrícola.