A pesar del fortalecimiento de la moneda nacional, la estadounidense sigue siendo la más elegida por los argentinos
Cuando Javier Milei asumió la presidencia en diciembre de 2023, el dólar oficial rondaba los $800 tras una devaluación del 118%. Su propuesta de dolarizar la economía, inspirada en casos como Ecuador, hacía pensar que el valor del peso iba a seguir cayendo. “El peso es la moneda que emite el político argentino y por ende no puede valer ni excremento, porque esa basura no sirve ni para abono”, había dicho en plena campaña electoral.
Sin embargo, casi dos años después, quien vendió dólares a $1.000 y los invirtió en un plazo fijo en pesos hoy podría recomprar un 70% más de dólares, incluso con el tipo de cambio oficial en $1.450. Este fenómeno refleja un giro inesperado en la economía argentina, donde el peso, históricamente débil, ganó terreno frente al dólar.
Lo cierto es que para concretar la dolarización se necesitaban reservas robustas, casi inexistentes en 2023. Además se trataba de un consenso político difícil de alcanzar. “Dolarizar es como querer hacer fideos con tuco, pero no tenés ni fideos ni tuco”, había expresado Carlos Melconian, como crítica al plan de Milei.
A pesar de este paradójico fortalecimiento del peso, la falta de confianza en nuestra moneda nacional, arraigada en décadas de crisis, hace que la preferencia por el dólar como refugio de valor siga intacta. “No se trata de retornos financieros, sino de memoria y confianza”, dijo recientemente en una entrevista con Infobae el empresario argentino Martín Varsavsky, algo que explica un poco cuál es el principal factor que influye a la hora de resguardar los ahorros.