En un contexto de alta inflación y caída del poder adquisitivo, el sueño de la “boda perfecta” se convierte en un desafío económico difícil para la mayoría de las parejas
Si bien el Gobierno logró bajar a la inflación de forma considerable, es una realidad que los salarios vienen corriendo de atrás hace tiempo. En esto contexto de pérdida del poder adquisitivo, una de las metas que se hace cada vez difícil es la de conseguir el sueño de la boda. Según un relevamiento de iProfesional, el costo de organizar una fiesta íntima para 50 invitados en 2025 oscila entre los $9 y los $16 millones, muy dispar en relación a los salarios promedios que se manejan en el sector privado, que registró en marzo $1.390.159 según datos oficiales del Ministerio de Capital Humano.
La mayor parte del presupuesto se destina al salón y el catering, con un cubierto que puede costar entre $100.000 y $160.000 por persona. A este monto se suman otros gastos que, aunque parezcan menores, terminan inflando el presupuesto. Por ejemplo, el vestido y el estilismo para los novios, pueden costar entre $800.000 y $1.600.000.
La fotografía y video, por su parte, se ubican entre $700.000 y $1.200.000, mientras que la música y la iluminación a cargo de un DJ se encuentran entre $500.000 y $1.000.000. Incluso la decoración y ambientación, un elemento clave para la atmósfera de la fiesta, arranca en un piso de $400.000. Y a todo esto hay que sumarle los costos de la ceremonia civil o religiosa, que varían entre $150.000 y $300.000.
Ya si se quiere apuntar a una boda estándar, para 100 invitados, el piso sube a los $15.000.000, que podría estirarse hasta los $26.500.000. Mientras que si se busca a un casamiento más grande, para 200 invitados, los valores rondan entre los $29.000.000 y un máximo que podría extenderse a casi $50.000.000, precios que se arriman a los de un departamento monoambiente.
Si bien en estos valores influyen también factores como la exclusividad del salón, la calidad del servicio de catering y la anticipación con la que se planifica, sirven como parámetro para graficar la brecha que existe con los ingresos promedio de la población.