Con la adquisición de de Cunnington y Neuss, la empresa se propone llenar la góndola.
Manaos se convirtió en un dolor de cabeza crónico para las multinacionales Coca-Cola y Pepsi. Durante dos décadas, la empresa de Orlando Canido se plantó con una estrategia de precios que les quitó una porción importante del mercado. En off, los directivos de las gigantes la acusan incluso de evasión fiscal. Más allá de esta acusación, Canido hizo un trabajo quirúrgico para posicionar su marca entre las más elegidas por los argentinos.
Ahora, lejos de achicarse por la crisis, Canido dio un batacazo que reconfigura todo el tablero de la industria. Por USD 70 millones adquirió Cunnington y Neuss, que supieron ser de los hermanos Neuss.
La estrategia de Canido, un hombre que conoce el negocio de las bebidas como pocos, es la de mantener las operaciones de forma separada para conquistar cada rincón del consumo. Manaos, su marca insignia, seguirá defendiendo su presencia en el segmento de la base y el medio de la pirámide de consumo, donde ya es una de las líderes indiscutidas.
Con Cunnington, la apuesta es incomodar en la punta. Canido quiere entrar de lleno a la pelea por el segmento medio-alto y ABC1, donde se cocinan las ventas más prestigiosas y los márgenes más jugosos. Y con Neuss, la jugada es aún más precisa, enfocándose en la demanda de aguas saborizadas, un nicho en constante crecimiento y que le permite diversificar su negocio .
Este movimiento se da en un mercado que, en la Argentina, mueve más de USD 1.000 millones anuales. La competencia es feroz, con un consumo anual de 76 litros por persona.