El asesor presidencial y estratega estrella de la campaña libertaria atraviesa semanas de tensión con Karina Milei. Su regreso a la consultoría empieza a ser una tentación
En el corazón del gobierno libertario, las aguas están agitadas. Santiago Caputo ya no oculta su cansancio y su circulo intimo asegura que está “hastiado” y que, en privado, repite que el rumbo del oficialismo se está desviando. Uno de los aspectos que más le preocupa es que, con el esquema actual de alianzas, entiende que va a ser muy difícil aprobar las reformas laboral y tributaria que Javier Milei tiene en carpeta.
El asesor presidencial, quien era parte del triángulo de hierro hasta hace poco, siente que la hermana del Presidente no lo escucha y que el propio Javier guarda silencio ante lo que él describe como una “colonización” del aparato partidario por parte de figuras de la vieja política. Para él ver cómo “la casta” gana terreno en las filas propias es un trago difícil de digerir.
El episodio que encendió todas las alarmas fue el escándalo de las valijas en la Aduana. Caputo está convencido de que fue una operación montada por sectores de la SIDE y de la propia Aduana que no responden a su línea. El caso se hizo público cuando Carlos Pagni, en una editorial, apuntó contra Manuel Vidal, su amigo y hombre de confianza.
Ese comentario derivó en un cruce fuerte fuera de cámara entre Pagni y Vidal, quienes habrían tenido una charla telefónica cargada de tensión. Para Caputo, la jugada fue una muestra clara de que las operaciones se están acercando demasiado a su entorno más íntimo.
Aun así, Caputo dice que seguirá en su cargo hasta que alguno de los hermanos Milei le baje el pulgar. En charlas privadas confiesa que “en la consultoría estaba más tranquilo”. Sin embargo, el poder todavía sigue siendo una tentación para él.