El infectólogo Gerardo Laube, del Hospital Muñiz, explicó en diálogo con Mosca los riesgos que implican una tasa baja de vacunación
El brote de sarampión en Canadá, con 3,500 casos confirmados este año, encendió alarmas globales sobre la importancia de la vacunación. En nuestro país, la situación es distinta, pero no menos preocupante. Según el Dr. Gerardo Laube, médico infectólogo del Hospital Muñiz, la tasa de vacunación disminuyó en los últimos años, pero no por la influencia de movimientos antivacunas, como ocurre en Canadá.

“En general, en Argentina es poco relevante el movimiento antivacunas, es mucho más fuerte en países centrales. Lo vimos con el COVID. Cuando llegó el tema de vacunarse, claramente la gente quería vacunarse en un amplio porcentaje de la población. Si bien hay personas que de alguna manera comulgan con otra forma de pensar, no son relevantes en porcentaje”, aclaró en diálogo con Mosca.
Para Laube, el principal obstáculo para la vacunación en nuestro país no es un rechazo ideológico o religioso, como vemos en otras partes del mundo, sino un tema socioeconómico, vinculado a la accesibilidad a partir la pobreza, la falta de transporte, la dificultad para llegar a los centros de salud y la precariedad laboral que impide a muchas familias priorizar la salud preventiva. “Hay situaciones que lógicamente han reducido la tasa de cobertura, por ahí no tener cobertura social, hay una serie de factores que impiden lógicamente la tasa, con lo cual se puede explicar más por ese lado que específicamente por la comunicación de las antivacunas, que no influyen tanto, por lo menos en nuestro país. Sí tiene influencia lógicamente, pero muy baja”, consideró.
Tras la pandemia, se agudizó la baja en la vacunación, lo que provocó que también haya brote de enfermedades de Sarampión en nuestro país. “Hubo un comunicado de la Secretaría de Pediatría con respecto a que después de COVID, de la pandemia, se redujo la tasa de cobertura, y eso también explica el brote de enfermedades como el sarampión, que es de altísima contagiosidad, es una de las de más alta contagiosidad dentro de las enfermedades infectocontagiosas. Cuando aparece un caso y encuentra cantidad de chicos o adultos no vacunados, no protegidos, la posibilidad de enfermar lógicamente es alta”, advirtió Laube.
El infectólogo también destacó la falta de comunicación como un factor que agrava el problema: “En los últimos meses hubo un aumento de casos que lógicamente alertó a las autoridades, también a las sociedades científicas con respecto a incrementar la información, para que fundamentalmente todos los chicos, que son los más expuestos, tengan la vacunación al día”. Además, agregó que si bien el Gobierno nacional incorporó hace algunos meses una vacuna entre los 6 meses y los 12 meses, esta información “no llega a todos lo que la requieren”.