En mayo, las exportaciones sufrieron su primera caída del año, mientras que las importaciones aumentaron con fuerza, impulsadas por el consumo y la flexibilización de controles
El desempeño del comercio exterior en mayo encendió señales de alerta, ya que por primera vez en lo que va del año se registró un resultado negativo para las exportaciones, con una caída del 7,4%, mientras las importaciones crecieron un 29,4%. Este movimiento en sentido inverso redujo el superávit comercial a apenas USD 608 millones, frente a los USD 2.654 millones de un año atrás.
La creciente tendencia importadora se debe a un fuerte salto en los volúmenes, que crecieron 39,4% interanual. Las compras de bienes de consumo subieron 75,1%, con un alza del 160% en vehículos de pasajeros, mientras los bienes de capital avanzaron 69%. La baja de precios internacionales y la apertura dispuesta por el Gobierno de Javier Milei facilitaron este auge.
En contraste, las exportaciones se vieron golpeadas por múltiples factores. Por ejemplo, las manufacturas de origen agropecuario cayeron 11,3%, afectadas por lluvias que retrasaron la cosecha de soja, cuyo complejo exportador se desplomó un 28,4%. Los combustibles y la energía también retrocedieron, a pesar de la producción de Vaca Muerta, mientras que los productos primarios apenas bajaron un 1,4%. Solo las manufacturas industriales mostraron una leve mejora en precios, aunque las cantidades vendidas cayeron 2%.
El escenario generó reacciones diversas. En Casa Rosada destacan que el aumento de las importaciones refleja un repunte del consumo y la inversión, apuntalado por una mayor previsibilidad económica. Sin embargo, algunos economistas y sectores industriales advierten que el boom importador podría estar ocurriendo a costa de la producción nacional y la competitividad. Las críticas también apuntan a la apreciación del peso, que encarece las exportaciones y favorece las compras externas.