A pesar de los mensajes tranquilizadores del Gobierno, en Wall Street crece la convicción de que el esquema cambiario actual no podrá sostenerse después de las elecciones
A medida que se acercan las elecciones legislativas, el clima financiero vuelve a tensarse. Pese a los intentos de Toto Caputo y Javier Milei por mantener la calma, en los círculos de Manhattan ya dan por descontado que el Gobierno deberá introducir cambios significativos en su política cambiaria. Ni las declaraciones de Scott Bessent ni las promesas del gobierno libertario logran revertir la sensación de que el tipo de cambio, tal como está, no resistirá mucho más.
El indicio más reciente llegó del mercado de futuros. Luego de algunos días de aparente quietud, volvieron a mostrar un repunte en las expectativas de devaluación. En paralelo, las tasas de interés continúan en niveles exorbitantes y las reservas del Banco Central registraron una caída consecutiva de tres jornadas, acumulando una pérdida de 550 millones de dólares.
Para los inversores, sin un ajuste en el dólar oficial, difícilmente el Gobierno logre cumplir con la principal exigencia del Fondo Monetario Internacional y de Washington, que es acumular reservas.
Los informes que circulan en Wall Street van en la misma dirección. Primero fue el británico Barclays, que advirtió en un memo interno que “el mercado testeará las bandas” cambiarias después de los comicios. Ahora, un reporte confidencial de Morgan Stanley, firmado por el economista jefe para América Latina, Fernando Sedano, advierte que “la actual combinación de políticas podría requerir una recalibración tras las elecciones intermedias”. En ese documento, el banco reconoce que ya “evalúan regímenes cambiarios alternativos” para la Argentina.
Frente a esas versiones, el ministro Caputo salió una vez más a desmentir cualquier modificación inminente. “No habrá cambios económicos”, afirmó, en un intento de poner paños fríos a las expectativas devaluatorias. Sin embargo, en los despachos financieros creen que este mensaje del ministro es más un gesto político pre electoral que una señal de rumbo económico.