Referente de ONG´s que se dedica a asistir a personas en situación de calle le indicaron a Mosca que hay un cambio profundo en el perfil de quienes están en viviendo en esa condición. La pérdida de empleo, la falta de acceso a los alquileres y la crisis del consumo son algunos factores que mencionan
Hoy en día, el universo de personas en situación de calle parece no limitarse a la marginalidad histórica, la cuál cumplía con ciertos estereotipos, como la falta de escolaridad. Esto lo confirman quienes están todos los días en contacto con las personas que quedaron afuera del sistema. Ya no se trata solo de varones solos o personas con trayectorias de vida marcadas por la exclusión desde hace años. Hoy también hay profesionales, familias enteras, madres con chicos y adultos mayores que, golpeados por la crisis, perdieron todo.
“Hace tiempo que la situación cambió, pero hoy es más visible”, aseguró Horacio Ávila, fundador de Proyecto 7, en diálogo con Mosca. Su organización realizó un Censo Popular de Personas en Situación de Calle en la Ciudad de Buenos Aires, donde más de 800 voluntarios recorrieron la ciudad durante tres días para tener una foto real de lo que está pasando.

“El 80% siempre fueron personas solas, y la mayoría varones. Pero ahora vemos más familias, más mujeres con chicos, más adultos mayores”, explica Ávila. Según dice, muchos de ellos llevan apenas unos meses en la calle. No son personas que nacieron o vivieron siempre en esa situación. Hasta hace poco tenían trabajo, alquilaban, y con la caída de sus ingresos no pudieron sostener ni el techo ni lo básico para vivir.
“Hay casos de profesores de filosofía, abogados, psicólogos, gente con experiencia y formación que hoy están en alguno de nuestros centros. Conocí un matrimonio que tuvo dos joyerías en la calle Libertad y terminó durmiendo en una plaza”, cuenta.
En Caminos Solidarios, una organización que brinda asistencia alimentaria en distintos puntos de la ciudad, también notan la misma tendencia. “Sí, hay personas, profesionales o no, que se acercan a nuestros puntos de encuentro por la comida”, dice Mariela Fumarola, coordinadora del espacio. “Ahora vienen familias enteras, con hijos pequeños y hasta bebés”.

Además de quienes están en la calle, hay otros que viven en condiciones muy precarias: “Algunos siguen teniendo un lugar donde dormir, pero no pueden cubrir ni siquiera la comida. Están en hoteles, casas prestadas o garajes. Si no reciben ayuda, vuelven directamente a la calle”, explica Fumarola.
Para Ávila, un punto de quiebre fue la pandemia. A partir de ahí se aceleró el deterioro económico y las consecuencias se arrastran hasta hoy. “A partir de ahí ya se empezó a ver como que se modificaba la población, en esa época también hubo mucha pérdida de trabajo y muchas cuestiones que estaban relacionadas específicamente con el confinamiento y con todo lo que implicó vivir el COVID. Después de eso, recuperar todas esas situaciones fue bastante complejo, no se logró“.
Sin embargo, remarcó que el Gobierno de Javier Milei agravó está situación, ya que descuidó la microeconomía, algo que, según él, generó un efecto dominó muy negativo. “Milei desreguló los alquileres. Hoy los alquileres te cobran lo que quieren, como quieren, cuando quieren, y en dólares. La pérdida de trabajo, es otro tema. Hay zonas del país que eso está llegando casi a dos dígitos, a un diez por ciento. La suba de tarifas fue algo muy abrupto, muy fuerte también en porcentajes. El desfasaje que hay entre el poder adquisitivo y lo que realmente valen las cosas. Creo que todo ese conjunto de cosas que son producto de las medidas económicas tomadas por este Gobierno, genera esto, que haya más pobreza, haya más indigencia, y dentro de esa indigencia haya más personas en situación de calle”.
Por último, el fundador de Proyecto 7 destacó que uno de los trabajos ligado históricamente a la clase baja fue especialmente afectada por la caída del consumo. “El cartoneo se redujo más del 40% porque hay menos basura. Y eso es porque la gente consume menos. Si no hay botellas, si no hay envases, no hay nada que recuperar. Todo está conectado: los sueldos bajos, la falta de trabajo, los precios que no paran de subir”, señala Ávila.